Si te hace bien, ven.
(Francisco de Asis)
“La mirada de Dios no es como la del hombre porque Él no mira tu apariencia, sino tu corazón. Él te hace su instrumento para que hagas florecer a los demás”.
Cada 3 de noviembre se celebra la fiesta de San Martín de Porres, conocido por su humildad.
Vivió (Lima, 1579 - 1639) Religioso peruano de la orden de los dominicos, contemporáneo de Santa Rosa de Lima que fue el primer santo mulato de América.
Martín de Porres es un santo célebre, en nuestro país. Sin embargo, si nos preguntan: ¿quién fue San Martín de Porres?, lo primero que se asoma a nuestro recuerdo es, probablemente, solo la imagen del santo mulato, ese santo de color, pero no queda solo en esa imagen, sino que nos sorprende con su ejemplo de vida.
Martín es un santo del pueblo, y la gente lo siente y lo vive así. La diversidad de nombres con que la gente suele llamarle, “fray escoba”, “el morenito”, “San Martincito de los pobres”, “Martín, el bueno”, “Martín, el caritativo”, dicen mucho de cómo las personas (sobre todo el pueblo pobre y sencillo) le ha conservado en su memoria.
Martín de Porres fue todo un modelo evangélico. Destacan entre sus virtudes: su inquebrantable espíritu de oración, su especial devoción al Sacramento de la Eucaristía, a la Virgen María y a Jesús crucificado.
Recordamos a nuestro San Martín de Porres, que supo hacer la síntesis “entre el amor a Dios y al prójimo” haciendo vida el evangelio de Mc 9,35, “si uno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”, que nos recuerda el inmenso poder de la humildad y el servicio.
En un mundo saturado por tantas palabras, imágenes, corrupción e incertidumbre, el santo de Lima es un constante recordatorio de la validez del ejemplo y de la grandeza de los pequeños actos cotidianos que pueden cambiar el entorno inmediato e incluso el curso de la historia.
Su vida y obra conservan hoy en día todo su vigor y frescura, su ejemplar humildad y espíritu de servicio sigue siendo modelo de seguimiento cristiano, y seguro camino hacia aquella santidad que todos deseamos alcanzar.
San Martín es recordado con la escoba, que es símbolo de su humilde servicio. Por ello, el PP. San Juan XXIII al canonizarlo en 1962 dijo: “Ojalá que el ejemplo de Martín enseñe a muchos la dulzura y felicidad que se encuentra en el seguimiento de Jesucristo y en la sumisión a sus divinos mandatos”.
Hna. Ildaura Lino Ventura