Si te hace bien, ven.
(Francisco de Asis)
Sobre mi escritorio hay piedras, de diferentes lugares, redondas y angulosas, ligeras y pesadas. Me gusta utilizarlos como pesos para mis documentos, que de otro modo cada ráfaga de viento haría rodar fácilmente.
Con estas piedras asocio recuerdos de montañas, del mar, de lugares especiales o de encuentros. Me gusta tocarlos y tenerlos en la mano por un momento.
El peso, la dureza, los àngulos y las curvas... Siento que la piedra absorbe lentamente el calor de mi mano y me regala su frescor. Lo noto. Me siento yo mismo.
Una piedra desechada se ha convertido en una piedra angular, dicen. Las piedras en mi escritorio no son piedras angulares - son piedras de empuje (de pensar) a los caminos que ya he caminado. Caminos de tristeza y desesperación, de soledad y desamparo, de consuelo y alivio, de felicidad de esperanza, de confianza y amor a la vida - piedras del camino de mi vida.
Cuando recojo una piedra y la sostengo, surgen los recuerdos. Recuerdos de un campo lleno de piedras, una puesta de sol junto al mar, una excursión, un retiro. Mis piedras también me apoyan con su firmeza y con su edad. Puedo apretar las piedras con fuerza: me sostienen.
Quiero animarle a que busque piedras que le hablen. Tal vez sean piedras que tiene en casa desde hace mucho tiempo, o que recién encontrarà en la siguiente excursión, en el siguiente camino.
Si quiere, coloca una piedra con una oración o una petición en la cruz, muy cerca de ÉL. Tal vez también quieras conservarlo, estar cerca de Él y guardarlo, por ejemplo, en su escritorio.
Uta Fielitz
Weggemeinschaft