Si te hace bien, ven.
(Francisco de Asis)
Estamos en los "días tontos" antes de que comience la Cuaresma el Miércoles de Ceniza. En esta época de carnaval nos encontramos con mucha gente disfrazada de forma alocada y con gente que lleva máscaras. El término MASCARILLA es un término con el que tenemos asociaciones bastante negativas en este momento. Escondido - petrificado - sin vida - inauténtico - entumecido - sin aliento.
Hay un libro de Siegfried Lenz que nos dice algo diferente sobre las máscaras.
En su libro "Die Maske" (La máscara) cuenta la historia de un estudiante que pasa sus vacaciones semestrales con su abuelo, el posadero de la isla. Se ha convertido en verano. Los primeros huéspedes de las vacaciones han llegado a la pequeña isla. Una tormenta azota la isla y cuando la gente se atreve a ir a la playa de nuevo, hay una gran caja tirada, perdida por la borda de un barco en la tormenta. Dentro hay máscaras, destinadas al Museo Etnológico de Hamburgo. Las personas se prueban las máscaras y de repente se convierten en dragones, tigres o pumas. El supuesto enmascaramiento revela el verdadero rostro. Al amparo de las máscaras, se arreglan las enemistades, se olvidan los prejuicios y se forja una relación amorosa. Las máscaras dan a sus portadores nuevas identidades y nuevas posibilidades.
"Los aldeanos consideran que la máscara les da cierta libertad. Una libertad para decir, para confiar, pero también una libertad de ira, de rabia, de indignación que puede liberarse bajo la máscara", dice Lenz. Detrás de las máscaras, la gente también cambia. No se esconden detrás de ellas, sino que se dan a conocer y muestran su verdadera naturaleza. Quizás Lenz quería decirnos: "Dale a una persona una máscara y te dirá la verdad y mostrará su verdadero yo".
La posibilidad de disfrazarse en el carnaval la vivo de forma similar. Al ponerme un disfraz, dejo mi papel cotidiano y asumo una "nueva identidad" durante un tiempo limitado. Con ella, puedo vivir comportamientos que no siempre puedo vivir en la vida cotidiana debido a mis cargos y tareas. Y esto abre un espacio de experiencia que es simplemente divertido y en el que se puede experimentar algo de la "ligereza del ser".
Con este espíritu, deseo a todos, con o sin disfraz, una temporada de carnaval bendecida por Dios.
Helau, hall die Gail, Ra Ra Ra, Rolle Katz!
Hna. Dorothea Köhler