Día de la Maternidad

Hoy es el Día de la Madre.
Todavía sigue siendo válido pensar este día en su madre y darle las gracias.
Por todo el calor y la seguridad que nos dio.
Por sus preocupaciones y esfuerzos para hacernos felices.
Por su aceptación incondicional de nosotros.
Feliz quien pudo experimentar todo esto de su madre.

Pero, por desgracia, la realidad también puede ser  diferente.
No todas las madres son capaces de vivir la maternidad de esta forma ideal.  
Hay muchas razones para ello, que tienen su origen en las experiencias con la propia madre.
El comportamiento maternal puede curar, pero también puede herir.
Hay señales de esta "herida madre".
La sensación de no haber tenido nunca una verdadera aceptación de parte de la madre.
El miedo a perderla por un error.
El deber de tener que cuidar a la madre.
La autoestima y la autovaloración pueden ser muy difíciles de desarrollar.
La perfección y el control pueden convertirse en compulsiones internas.

El niño interior se siente poco querido y poco apreciado.
Experimentar y aceptar este dolor es importante.
Como requisito previo para desprenderse del pasado,
para validarse y amarse en el presente...
y comenzar el proceso de perdón.

Qué bien que nuestro Dios sea también un Dios maternal.
Así que podemos ir a ella y mostrarle nuestra herida materna.
Por su misericordia experimentamos
cercanía y aceptación, seguridad y hogar.  
Esto puede ayudarnos a convertirnos en personas autorresponsables y libres.

Dios, tú nuestro padre,
Dios, tú  nuestra madre.
Nuestro anhelo de amor y reconocimiento es grande.
Déjanos conocer a personas con las que nos sintamos aceptados y comprendidos.
Déjanos encontrarnos a nosotros mismos y asumir la responsabilidad de nuestras vidas.  
Fortalece en nosotros nuestras capacidades maternales.
Danos respeto y gratitud por nuestra madre,
quien nos dio la vida.
Amén.


Hna. M. Dorothea

Si te hace bien, ven.

 

(Francisco de Asis)